Carlos Egia Ossorio - La leyenda del desierto.
El miedo siempre retrocede cuando tienes alguien contigo.
Las casualidades no existen, se dijo. Solo son bromas, más o menos afortunadas, con las que el destino se entretiene antes de mostrar sus verdaderos planes.
Hay personas, en realidad, que tienden a confundir la vida de otros con la suya propia e intentan explicarla según sus propios esquemas mezquinos. Eso les da consuelo. Les hace sentirse menos despreciables de lo que son.
El tiempo, además, construye veredas que desafían al camino, que lo bordean, suben y bajan, acortan sus recodos y lo suplantan dejándolo prácticamente inservible.
La felicidad es solo una idea que algunos convierten en ilusión, para su desgracia.
... los perros también necesitan tener un dueño. Así es como se sienten más felices. A muchas personas les pasa lo mismo. Les gusta tener dueño. No son capaces de vivir por su cuenta.
Las horas vacías son horas peligrosas. Pueden servir para encontrar el camino, pero también para perderlo. Las horas vacías necesitan un letrero bien grande con luces de neón y una flecha parpadeando que indique la salida, el camino de vuelta.
La soledad y la culpa se gustan, y se atraen. Ninguna de las dos es lo mismo por separado. Así no valen nada. A la soledad y a la culpa les reconforta mucho sentirse juntas, aunque nunca lleguen a encontrar verdadero consuelo solo por sentirse acompañadas.
Siempre hay que dejar un hueco para lo inesperado.
Los hijos se hacen mayores en el mismo momento en que pasan a proteger a sus padres.
Los animales más peligrosos no son los que atacan a la primera.
—No es lo mismo —contestó Roke—. Un hermano obliga. Es sangre de tu sangre. Harías cosas por él que por un amigo nunca te atreverías, porque así debe ser. Los hermanos no se eligen, los amigos sí.
Me gusta pensar en mí mismo, sobre todo desde que he descubierto que eso es exactamente lo que hacen los demás.
En las guerras no siempre gana el más fuerte, sino el que más cree en la victoria.
Todo tiene que ver en esta vida, querido, lo que viene y lo que va, lo que falta y lo que está. Es un complejo sistema en equilibrio.
... paciencia, porque cuanto más deseas que se acabe este tormento, más se alarga.
Un bar es un refugio, un consuelo, un gran confesionario abierto hasta muy tarde para gente a la que le cuesta todo el día arrepentirse de sus pecados.
La envidia es la cara amable de la obsesión.
El pasado siempre es más amable, aunque tenga poco color. Además, lo puedes moldear a tu antojo y encajarlo allí donde más te convenga.
Yo te quiero cuando vuelves a casa cansado y de mal humor, sin ganas de hablar, ni de nada más. Yo deseo tu verano, pero me quedo en tu invierno.
A veces sucede eso, que lo más evidente está oculto precisamente por tenerlo demasiado cerca.
Sigues siendo tan inocente como un recién nacido, y eso es muy peligroso.
No es posible detener el tiempo, colocar las cosas que se han movido de nuevo en orden y volver a echarlo a andar. No es posible porque mañana siempre es hoy y hoy siempre es ayer.
Las personas, a veces, hacen cosas verdaderamente extrañas para intentar engañarse. Son mecanismos de defensa que utilizan una lógica retorcida e inexplicable.
No solo se trata de saber lo que hay que hacer, sino de hacerlo a tiempo.
Hay que intentar hacer siempre todo lo posible. Aunque el esfuerzo acabe siendo un fracaso, aunque la esperanza frustrada se convierta en un castigo aún mayor.
Nunca hay que pensar en lo que harás más adelante, en lo que serás, en lo que te convertirás el día de mañana. Hacerlo es la mejor forma de impedir que llegue a suceder...
Me he pasado media vida dudando de que fuera capaz de crear algo que mereciera la pena, algo digno que pudiera vender y de lo que pudiera vivir, y resulta que el sentido de todo aquello no estaba en una sala de exposiciones, en una crítica amable, en cualquier tipo de éxito de esos que inventamos a nuestra medida, sino en la sonrisa de un niño o en las lágrimas de su madre.
El desierto sirve para aprender a soportar el dolor.
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