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sábado, 22 de agosto de 2020

Con las costillas intactas de José Sánchez Carbó en 6 frases.

 



Si el plantón humilla peor resulta la segunda cita, cuando uno carga el ramo de rosas entre las manos y la ilusión de haber encontrado a la mujer ideal. ¿Qué quieren las mujeres?, me he preguntado cientos de veces mientras espero a una de ellas. Cuerpo, inteligencia, aventura, labia, humildad, rosas, diamantes y un poema, todo junto y más. 


Tito no cree en el amor. Así es el, no puedo cambiarlo. Tal vez no lo entiendas pero no soy un escritor autoritario. El personaje exige ser de una manera y Tito no es hombre de una sola mujer, de familia y paseos dominicales. ¡Tito no envejece! 



—Yo también, fue un día difícil —agregué seguro de no estar equivocado del "género" de mi acompañante. Encendí un cigarro y me encomendé al Santo Patrono de los Conductores. Le pedí por el motor de mi Brasilia. 

—¿No vas a manejar? —demandó. 

—Por supuesto. Pero no sé hacia dónde —quería ganar tiempo mientras el Santo Patrono de los Conductores realizaba los trámites para dar respuesta inmediata a mi petición. 

—Maneja por favor. 

Tomé el volante con la mano izquierda, le di tres bombeadas al acelerador y giré la llave del switch. Nada. Dos veces más y supe que el Santo Patrono de los Conductores me había desamparado. 


Ella sigue hablando de un ciclo infernal mientras yo pienso que los mudos, los enanos y los calvos están en un nivel más alto de la escala evolutiva. La descripción clásica de un extraterrestre es la de un ser pequeño y pelón que se comunica por telepatía. No tengo idea de las propiedades que puedan desarrollar enanos o calvos pero los mudos algún día podrán comunicarse si practican la telepatía constantemente. 



Hojeó un suplemento de literatura y leyó la traducción al castellano del cuento de mikel Etxezarreti: "La tormenta". No acostumbraba leer nada escrito por autores vivos, bastante tenía con los del Siglo de Oro español. Tenía la idea de que los vivos con la venia de la intertextualidad sólo repetían lo dicho hace siglos. Formas disimuladas de plagio, nada de guiños intelectuales ni de homenajes. 



El estilo lo escoge a uno y después te coge; uno sólo puede aspirar a aproximarse a definirlo; con el tiempo cambia, debe cambiar. El estilo es como el ángel de la guarda de la infancia y cuando uno lo intenta explicar parece "una enorme gallina decrépita".


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